Vivirás para siempre, Jeanne.

¿Por qué las cosas más hermosas en la vida tienen que ser tomadas de nosotros tan rápido? Tú, Juana de Arco, eres mi tragedia más grande. Ninguna luz brilla como tú lo hiciste; nadie tuvo mi corazón como tú lo hiciste. No había necesidad de expresar estas cosas en estos tiempos. Tus ojos y sonrisa me decían que sabías, y me decían que me adorabas también. Tal vez no como Francis Bonnefoy; tal vez sólo como Francia, el país que condujiste fuera de la oscuridad. Pero, ambos Francis y Francia te amaron, Juana. Continúan amándote, hasta el final del mundo.

Incluso en tu partida, tú estás en todos lados. Eres perpetua. Estás en el aire, en el cielo, las sonrisas en las caras de mi gente, en sus esperanzas y sueños, en la luz de sus ojos - y en los míos. Eres el parpadeo de cada vela, el florecimiento de cada rosa, el agridulce cosquilleo en cada sorbo de vino, la música a la deriva en una brisa. Estás en todas partes para mí, Juana, excepto el único lugar en el que deseo que estés: en mis brazos.

Una vez me dijiste que siempre estarías en mi corazón, y yo en el tuyo. Pero, eso ni siquiera para el dolor. Casi seiscientos años han pasado, y todavía el aguijón está ahí. El dolor en mi pecho se esparce; las lágrimas en mis ojos caen. Mi primer amor, perdido tan pronto, todavía me hiere. Nunca entenderías lo que daría para ver tu cara una vez más, para ver el destello en tus ojos.

En mi vejez, el mundo a menudo se siente como cediendo en mis hombros. No quiero llevarlo más. En esos tiempos, pienso en ti - en las cargas que Dios, mi país y tú llevaron tan valientemente. Y en esos tiempos, yo desprecio mi debilidad. Tú fuiste diez veces más fuerte que yo, dispuesta a llevar las cargas de un ángel, dispuesta a dar y dar de vuelta sin nada a cambio. Incluso diste tu propia vida por mi gente y por mi. Esa es una deuda que nunca voy a poder devolver. Me diste tanto, pero nunca en nuestro breve tiempo pude empezar a devolverte; y te fuiste tan rápidamente antes de que en verdad pudiera agradecerte por haberme salvado la vida.

Los días pasan lentamente ahora más que antes, y yo, débil y deshecho, vivo; pero tú, tan hermosa y pura, tan digna de vida, eres meramente un cuento épico de los libros de historia. Pero, tu espíritu va a vivir para siempre, en mi gente, en la belleza del mundo, y en mi. La lluvia fría son tus lágrimas. La risa en el aire es la tuya. El sol, cálido en mi piel, es tu abrazo, el contacto que nunca olvidaré. Tú, mi valiente, hermoso ángel, estás viva en todo lo que es hermoso en esta Tierra.

Merci, Jeanne. Vous vivrez pour toujours.

Escrito por tardis-takeoff. Traducido por mi.